Este cuento lo conozco desde hace mucho tiempo. No recuerdo si lo leí en algún libro de G.I. Gurdjieff o de Osho. Sí sé que es un cuento de tradición sufí que me sigue impactando por su lucidez a pesar del tiempo transcurrido. Dentro de esta tradición (me refiero al sufismo) el “zikr” es una práctica espiritual para despertar el recuerdo de Dios en nosotros. Recordar, ir a nuestro interior, conectar con algo más grande que nuestros pequeños y mundanos egos, recoger esa chispa divina y saber que, en nosotros, albergamos poder y libertad para hacer y ser.
En este mundo en el que, desde hace tiempo y, sobre todo, actualmente, estamos perdiendo derechos y libertades a pasos agigantados, recordarnos a nosotros mismos como seres libres, y actuar en consecuencia, es vital para detener esta esclavitud soterrada (aunque obvia) a la que, al parecer, nos están conduciendo…
Dicen que los cuentos no fueron creados para dormir a los niños, sino para despertar a los hombres a la conciencia de sí mismos.