Ángeles y gabardinas

 

(Entrada del 10/08/22 en redes que no ha sido publicada previamente en la web)

 

Hace tres días soñé con mi abuelo Salomón. Me quedé tan contenta de verle, que me desperté.
En el sueño, alguien me estaba dando la mano. Yo pensaba: esta mano la conozco, ¿pero de quién es?
Y entonces vi a mi abuelo… Precioso, luminoso; llevaba puesta una gabardina beige, y me daba la mano. Pensé que se parecía a uno de esos ángeles de la película de Wim Wenders, «Cielo sobre Berlín», que llevan largos abrigos y están por la ciudad cuidando de todos.
En esa película, Peter Falk (el detective Columbo, que solía llevar gabardina), es un ángel que ha decidido vivir entre los humanos. La gabardina de mi abuelo era un puente entre los ángeles (él, mi abuelo, como ángel), y el recuerdo de otra gabardina, la de mi padre, que me encantaba usar cuando yo era muy joven.
Mientras me iba despertando supe, con extraordinaria certeza, que en sueños, suelo ver a mi abuelo muy seguido, y que después lo olvido.
El sueño me contó esto. Y más cosas.

Los sueños como mensajeros del espíritu, que narran algo que está al otro lado del velo. Misteriosos y cotidianos. Poesía en estado puro.

Le conté a Leila, mi mamá, este sueño. Ella me dijo que mi abuelo me estaba cuidando y, sin yo decirle nada, me recordó cuánto usé la gabardina de mi padre cuando estaba saliendo de mi adolescencia.

Hoy es diez de agosto de 2022, fecha de cumpleaños de mi tío Ale (Alí), que se fue al otro lado hace tiempo. Me acabo de dar cuenta de este hecho mientras escribo, con la idea de hacer público, este aspecto íntimo de mi vida. Nada es porque sí, aquí hay algo. Y tiene que ver con el corazón, con Recordar, con el amor, con el camino que lo atraviesa.
El tiempo lo dirá.

Insh’ Allah

 

 

El acompañamiento del otro: una reflexión sobre mi trabajo

imagen: Dinorah

 

Hay un canto, por debajo de nuestras vidas, que va guiando nuestro camino y, a veces, nos lleva a vivir experiencias inesperadas y únicas.
Algo así me sucedió cuando comencé a enamorarme de la kinesiología. Es cierto que ya venía formándome en estudios que me llamaban la atención, como la naturopatía; pero fue conocer la kinesiología y algo muy “creativo” se abrió en mí.
Cuando la estudiaba no sabía muy bien a dónde iba a llegar; mucho menos imaginaba que abriría una consulta y me dedicaría a ella. Pero como dice el cuento, “todo lo que tiene que suceder acaba sucediendo”, y de manera orgánica comencé a hacer muchas prácticas, a formarme en la escucha del otro, a aprender acompañando, hasta que supe que ya podía abrir mi consulta. Desde entonces han pasado años y he aprendido muchas cosas: que la práctica sostenida en el tiempo da oficio, veteranía, solidez, seriedad; que escuchar al otro (desde el silencio y una disposición a acoger sin juzgar) es un aprendizaje hondo que me lleva a entender “lo humano” desde muy adentro y, sobre todo, es un honor; que poder brindar herramientas para que el camino del otro sea más benigno, o más aceptado, o sanado, o entendido, es algo que me sigue asombrando y que, cada día, agradezco.
Semana tras semana acompaño, en consulta privada, emociones, inquietudes, dolores, alegrías, preguntas, respuestas, profundidades del otro, y mi aprendizaje cada semana, crece.
Me resulta increíble, y maravilloso, cuando pienso cuánta gente ha pasado, y sigue pasando, por mi consulta, en todos estos años; a cuánta gente he acompañado en la intimidad de un encuentro cuidado, protegido, sensible, para dar respuesta a algo interior que busca, que tiene una inquietud; para ayudar a sanar una herida profunda; para crecer. Acompañar el desconsuelo, lo que duele o escuece porque somos seres humanos y estamos vivos. Ahora mismo, mientras escribo estas palabras, me emociono.
Éste es mi trabajo, mi práctica, mi arte, mi oficio. Y doy las gracias.

En Barcelona paso visitas presenciales los jueves y viernes.
El resto de la semana hago visitas on-line.
whatsapp, telegram, quicksy (xmpp): +34 635 62 55 17

 

imagen: Dinorah

 

Las imágenes:
Fotos tomadas de una parte del espacio de consulta en Barcelona

 

 

Ser camino y caminante

Hace tiempo, un poco antes del cambio, mientras recibía un masaje, me sentí un camino. Fue una sensación física. En otras ocasiones, por ejemplo, me sentí animal; o pude sentir la calma de la muerte y la bendición de fundirme con la tierra. Nunca me había sentido tierra en sí, no como en esta ocasión: ser camino. Yo era un camino de tierra, a cuyos lados crecía vegetación. Desde el cielo podía ver una parte de mí misma, un trozo de lo que era. La sensación era sólida, fuerte, sin más. No sentí, ni vi, a nadie que me caminara, sin embargo tenía la memoria de este hecho y, una vez más desde el cielo, podía ver las huellas de los carros que me habían transitado.
Cuando volví a esta realidad me sorprendió reconocer mi cuerpo humano. En él palpé la contundencia de una memoria recia y sensible a la vez.
No sabía, y sin embargo sí, que venía un cambio importante en mi vida. Un camino nuevo. Un viaje distinto.
Mientras sigo atravesando las diferentes etapas de este viaje mío, como caminante, como viajera, aprendo que aún estoy en tránsito y que sigo habitando el lugar sin lugar, y que tal vez este hecho sea una de las pocas cosas constantes en mi recorrido.
Lugar sin lugar, camino y caminante, soledad y compañía, todo a la vez, todo en todo, todo unido.

 

Trabajo interior, trabajo simbólico (a través del cuento)

 

 

Cuando en mi espacio de consulta trabajamos con un cuento, entramos en esa historia con calma. Todo lo que conforma el cuento, los personajes, los paisajes, los objetos, son un espejo que nos refleja. Lo que suelo recomendar es que el cuento sea leído en voz alta. De esta forma le damos voz a la historia, le damos cuerpo, y y ella comienza a moverse en nosotros; se dinamiza, acciona.

De esta manera no solo empezamos a entender el cuento desde la mente, también comenzamos a sentirlo desde nuestra corporeidad. “Darle cuerpo al cuento” es encarnarlo de alguna manera. Podemos entrar en esa historia a través de una lectura silenciosa, sí, y está muy bien, solo que cuando comenzamos a narrarla en voz alta algo cambia de manera fundamental ya que el narrar no es un acto solitario, aunque estemos solos, siempre estamos contando para alguien o algo más.

Nuestra voz llena el espacio y el símbolo se mueve de otra manera, nos abre memorias, nos empieza a contar cosas y, si sabemos escuchar, empezamos a entablar un diálogo con todo eso que está en el cuento. Podemos hacerle preguntas y podemos crear, de muchas maneras diversas, a partir de las respuestas y de esa conversación sostenida en el tiempo cuento (que es el tiempo del inconsciente, de entrar en otro lugar de nosotros), de ponerle voz a esos personajes que nos habitan y que necesitan expresar y ser escuchados. Es en este momento que puedo ofrecer diferentes herramientas y propuestas para ir enriqueciendo este diálogo, hacer que florezca, cobre fuerza y presencia.

Entrar en este lugar interior merece tranquilidad, cuidado, escucha; requiere, por nuestra parte, una actitud curiosa, abierta, dispuesta a acoger eso que vamos viviendo a través del trabajo que vamos haciendo. Porque no deja de tratarse de una vivencia…
Es trabajo, es un ejercicio, es un juego. Sobre todo juego que nos permite llegar a esencias antiguas y nos llena de entusiasmo. Y el entusiasmo es fundamental: a través de él el juego se va desarrollando, volviéndose más y más creativo.

Puede ser muy movilizante, se pueden abrir memorias, recuerdos de sueños, fantasías, imaginaciones; surgen sensaciones, sentimientos diversos, emociones; podemos tener fogonazos de entendimiento, de aceptación; y muchas veces, a partir de todo esto, llegamos a lugares de auténtica alegría al encontrar algo muy valioso para nosotros que no sabíamos que estaba vivo en nuestro interior. Podemos encontrar algo que nos llene de redención, de fe; que nos quite un peso antiguo; que nos devuelva la inocencia; que nos de el cetro para convertirnos en soberanos de nosotros mismos.

Es un ejercicio de encuentro profundo con uno. De integración de energías que, al estar en la sombra, no dejamos emerger, y que cuando las iluminamos se vuelven “amigas” o “maestras” y nos permiten lograr mayores espacios de libertad y riqueza interior. Y todo esto, tan hondo, se va plasmando poco a poco en nuestro mundo exterior permitiéndonos llegar a realizarnos en nuestra vida.

Esta es la belleza y la promesa del trabajo de exploración del mundo interior. Ese lugar nuestro poblado por distintos personajes, paisajes, energías, que están en la oscuridad; ese mundo al que llegamos a través de lo simbólico; y cuando empezamos a desplegar el símbolo (sabiendo que tiene múltiples significados) descubrimos que tenemos que ser pacientes y respirarlo para poder sentir en nosotros cómo todo ese potencial comienza a abrirse, cómo algo en nosotros cambia y cómo ya estamos preparados para acogerlo y vivirlo con plenitud.

Es un camino, un arte, un viaje; un encuentro con el alma, con lo espiritual que nos habita; un recuerdo de sí.

Te acompaño en el viaje…

Kinesiología emocional; cuentos, mitos, leyendas; la mirada a lo onírico, a las imágenes internas.

 

Sesiones de acompañamiento emocional con kinesiología
Concertar visita on-line o presencial (Barcelona – Mataró)

dinorah@atravesdelcuento.es
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