Contar cuentos

Me gustan los cuentos de hadas, los populares, los mitos, las leyendas, las sagas. Desde pequeña los he disfrutado, escuchado, leído, pensado, sentido; creído. He tenido la enorme suerte de oírlos en boca de mucha gente; de leerlos en muchos libros. Durante mi infancia me los contaban en las noches, casi siempre antes de dormir; también en los días de lluvia, o en las casas de la gente vieja de mi barrio (lugar de inmigrantes), donde una sabiduría antigua se dedicaba a narrarnos como Humanos.

Cuando pienso en esos viejos cuentos, siento que abro un sendero que une todos mis tiempos hasta llegar a esa “Edad de Oro” de mi infancia, donde mucha gente querida nos explicaba estas historias a mis hermanos, primos, amigos, a mí, y explicándolas nos hablaban del mundo, de lo humano, del misterio. Nos aportaban vida, fuerza, recuerdo. Fui nutrida por esta gente; los llevo en mi corazón de cuentera y desde él los honro agradecida.

Cuando crecí estudié teatro en Montevideo y en Barcelona. Al terminar mi última escuela teatral tenía tomada la decisión interior de contar cuentos como forma de trabajar mi oficio. No sé cómo llegué a ella, pero para mí era un camino claro. Y los cuentos me abrieron las puertas de un mundo maravilloso con todo su bagaje de enseñanza, aventura y magia.

 

Un lugar inspirador. (Córcega)
Un lugar inspirador. (Córcega)

 

 

Soy narradora oral desde el año 1997. Desde entonces y hasta ahora, los cuentos me han llevado por su senda. Con todas las idas y venidas de una vida humana, fui cumpliendo un designio interior que me iba señalando los pasos que debía dar para ir realizando mi propio cuento o mejor dicho: para poder ir contándome el cuento.

Para mí, narrar es una forma de explicarme y explicar el mundo; de ponerme en contacto conmigo misma, con los que vinieron antes, con los que vendrán después; de conectar alma con espíritu; de no olvidar mi humanidad. Es trabajar el recuerdo; llegar a un tiempo, que se transforma en espacio, donde todo es posible y la magia se filtra uniendo mundos. Es cantarle a la vida.

Para mí, escuchar un cuento, es encontrar una casa junto al camino; llegar a un lugar que alimenta y llena de fuerza. Es entrar en la propuesta del viaje, aceptarlo, viajar…

Y viajando, llegar a Ser.