“Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”
(Juan 1, 14)

Desde su inicio la historia de la Navidad nos habla de la radicalidad de la Encarnación: María dice “Sí”, y acepta llevar al hijo de Dios en su vientre; José dice “Sí”, y acepta cuidar de María y el Niño. El bendito nacimiento se produjo en un establo, la cuna de Dios encarnado fue un pesebre, y los primeros en llegar a honrar al Niño fueron los humildes pastores.
Todo esto, aquí mencionado, ya nos cuenta muchas cosas: nos habla del amor (el de María, el de José, y sobre todo, el de Dios); de la entrega, del milagro, de la fe; del encuentro del mundo visible y el invisible; de las características del Dios encarnado: no nace en un hogar rico, no se rodea de “gente importante”, por el contrario su nacimiento es anónimo, en un lugar inesperado y quienes llegarán hasta Él, para verle y ser testigos, serán los humildes, los sencillos (y así fue durante los treinta y tres años que el Verbo encarnado vivió entre nosotros). Desde un principio el peligro lo rodea: la familia casi inmediatamente debe huir a Egipto para que el rey Herodes no mate al Rey recién nacido…
Esta historia es nuestra historia. Sucede fuera y dentro de nosotros. Sucedió hace más de dos mil años y continúa sucediendo. Cada año, en estas fechas, nos preparamos para recibir en lo más hondo de nuestro corazón, en lo profundo de nuestra alma, al Niño que ha nacido y que nos trae de regalo una vida nueva. Cada año, en este tiempo, recordamos (y revivimos) esta magnífica historia con toda su enseñanza y todo su silencio. Si escuchamos con cuidado seguramente entenderemos algo nuestro, algo humano, algo que tiene que ver con el misterio y lo trascendente en cada uno de nosotros.
La Navidad nos recuerda que el milagro es posible, que el amor es una fuerza que da coherencia al mundo, que cuando decimos “Sí” a algo más grande que nosotros la vida cobra otra envergadura y, como decía Tolkien, nos convertimos en “subcreadores” de algo que es para todos, no solo para uno mismo. Esta radicalidad de la Navidad no admite miedos ni pensamientos mezquinos, nos invita a sentir la presencia de lo eterno en nosotros y a vivir en consecuencia desde la humildad y la sencillez de la entrega a la belleza de nuestro propio camino.
Creo que en estos tiempos desacralizados que vivimos la Navidad tiene un valor extraordinario: nos trae el recuerdo de lo sagrado (dentro y fuera de nosotros); nos llena de alegría, de paz, de amor, de ganas de regalar… y nos pone en contacto con la fe, la esperanza y lo milagroso.
Si tenemos niños es un gran regalo montar con ellos un belén, un pesebre. Hacerlo les permite sentir cómo el cotidiano se llena de magia y de belleza en torno al nacimiento de un niñito. Poder crear un lugar con casitas, animales, figuras humanas, ángeles, María, José, y el Niño Jesús, es un juego, un asombro, a la vez que permite que sus pequeños e inocentes corazones se llenen de milagro. Porque nacerá el Niño y algo hermoso pasará. Y si además, vamos creando el belén juntos y nos vamos contando historias y cuentos,
¡qué maravilla de encuentro y cuánto sentido adquiere todo!
Contar cuentos y leyendas de Navidad en este tiempo es algo muy importante porque a los niños (y a nosotros también) les estaremos transmitiendo palabras e imágenes llenas de amor, compasión, poesía, esperanza, belleza profunda, redención; les estaremos contando que hay un mundo invisible que llena de sentido a nuestro mundo visible y que el milagro existe. Sí, existe y forma parte de este mundo nuestro de cada día.
Aquí os dejo un vídeo donde narro un cuento, escrito por León Tolstói, que se llama “La Navidad especial de Papá Panov”. Es mi regalo para estas fechas. Tal vez os guste escucharlo, narrarlo, o mostrárselo a vuestros niños, o regalárselo a alguien, quién sabe qué forma tomará este regalo cuando llegue a vosotros.
Os mando un abrazo enorme, os doy las gracias por ir leyendo mis artículos durante el año, por seguir mi trabajo y por apoyarlo. Sé que este escrito os llegará ya pasada la Navidad, pero estamos en ese tiempo mágico que nos conduce hacia la maravillosa Noche de Reyes Magos, y los regalos, y los ángeles, siguen llenando de belleza nuestras vidas…
¡Feliz Navidad!
¡Felices Fiestas!
Con amor
Dinorah Arrillaga Yunes
(En Sant Pol de Mar, 27 de diciembre de 2025)