A veces siento que transito un camino incierto: narro cuentos de hadas en un momento en el que muchos los demonizan.
A veces me pregunto ¿se dejarán de contar estos cuentos?
También sé que hay gente que los trabaja, los protege, los cuenta…
El mundo cambia rápida y manipuladamente.
Todos aquellos que contamos estos cuentos viejos -hoy políticamente incorrectos-, cuentos que tienen un ritmo distinto y nos llevan a un reino de fantasía, ¿somos suficientes para que sigan existiendo?
A veces siento que soy un dinosaurio que vive en una realidad muy, muy lejana, ajena a ciertas modas, o divisiones políticas del pensamiento.
Un cuento antiguo te lleva de viaje hacia adentro, a tu interior y te cuenta cosas que son humanas y tuyas, solo tuyas. ¿Contar cuentos antiguos en esta época? ¿Por qué mi alma quiere esto? Me lo pregunto con asombro y en seguida aparece la respuesta: porque mi alma busca alimentarse con verdad y crecer, tocar el espíritu y ser. Así que no puedo más que hacerle caso, aunque a veces, ¡ay, esas veces!… Veces de búsqueda, de sensación de soledad, de asombro al ir constatando cómo de a poco, aunque a grandes pasos, a nivel social se está construyendo un pensamiento único y autoritario en el que apenas hay espacio para voces disidentes. Veces de cierta tristeza o miedo o desesperanza, cuando en las redes sociales o en los medios de comunicación leo y releo pseudo reflexiones virales, que repiten pensamientos fáciles y carentes de ese encuentro con uno mismo como para poder decantar desde el interior lo que es bueno o malo, lo que une o separa, lo que libera o esclaviza.
El sábado pasado hice un taller de cuentos en el que hablamos de simbología, de viejas historias humanas, de arquetipos, de viajes interiores, de preguntas acerca de lo que está pasando con nuestros niños, de cómo trabajar a favor de la imaginación, la fantasía y la educación desde un lugar en el que el trabajo con nuestra propia infancia nos conecta con los niños que educamos… Surgieron dudas, preguntas, miedos, esperanzas. Comunicamos desde un lugar lleno de respeto (como siempre sucede en estos talleres) y una vez más volví a sentirme entre hermanos, volví a sentir la belleza de la humanidad, del humanismo y la magia de ese lenguaje que se llama Cuento.
Entonces entendí: el Cuento existe, se cuenta a sí mismo y se seguirá contando de mil maneras aunque nosotros no lleguemos a entenderlo. El Cuento siempre sabe lo que hace.
Desde aquí doy las gracias a la gente del CAIEV que organizó este taller, sobre todo a: Laura López, Ximena Moreno (que también sacó las fotos), Montse Llorens, María Infantes y Jordi Mateu, que fue quien me invitó a hacerlo. Agradezco también el apoyo y la presencia de Francesc Marieges, que me ayudó con lo tecnológico y con muchas cosas de estos días tan ajetreados. Gracias a Gabriel D’ Atri que me envío “Príncipe Azul” en las versiones de Eduardo Mateo, León Gieco y Gustavo Ripa. Gracias a Rebeca Barros y a Mónica Seguel por la presencia en el corazón. Muchísimas gracias a todos aquellos amigos de facebook que, desde Catalunya, Valencia, Uruguay y Argentina, apoyáis mi trabajo compartiéndolo en la red y dándole al “me gusta”.
Y muchas gracias especialmente a todos los participantes que habéis venido: por las reflexiones, las dudas, las preguntas (muchas y maravillosas), el entusiasmo, la magia, la alegría, las risas y la humanidad; por trabajar con cuentos, por el respeto, por educar niños, por educaros a vosotros mismos y por haberme aportado tanto aprendizaje en un rato. Cuatro horas de taller que pasaron volando…
Con tanto apoyo por todos lados, ¿cómo no iba a resultar mágico este trabajo?
Larga vida a los cuentos de hadas, a les rondalles meravelloses, a los cuentos viejos, a los mitos, a las leyendas… Ojalá siempre existan fuegos y noches que los alberguen y los narren. Fuegos y noches que nos alberguen y nos narren.
(Fotografías de Ximena Moreno)
Dinorah hermosa, esos encuentros son sanadores y mágicos. Me transportas a lugares hermosos y reales. Gracias a ti por tu entrega y tu sabiduría, me fascina escucharte y para mi es mucho más que un taller, es un viaje hacia lugares profundos en los que mi alma alcanza a entender. Infinitas gracias por seguir creando estos espacios que sanan cuerpo, alma y espíritu.
¡Qué precioso, Rebeca!
Muchas gracias.
Un enorme abrazo.
Dinorah,
Gracias por abrir estos espacios tan íntimos y universales.
Leerte es como un dulce susurro que se aposenta en mi alma y desde ahí fluye y musita…
Y cuando el cuento ,al que das vida, sale de ti para venir a depositarse en quienes te escuchamos, es un viaje que para mí aún perdura desde aquel primer cuento relatado…
Larga vida a los cuentos y gracias a ti por dejar que te vivan y por compartirlos.
Abrazote hermosa.
Mónica, es precioso lo que me dices y la verdad, no sé cómo contestarte convenientemente. Me pasa mucho cuando quiero responder a los mensajes de las personas que me comentan las entradas del blog: me quedo sin palabras adecuadas y solo puedo agradecer. Así que: mil gracias de nuevo. Gracias de corazón (por las palabras y por las acciones). Un abrazo grande.