Levrero

En Uruguay hay grandes escritores con universos interiores poderosos y extraños. Leerlos es una osadía, una determinación y a veces, una iniciación. La literatura (y la cultura) de allí, comencé a apreciarla viviendo en Catalunya; fue entonces que descubrí cuál era la tierra que me sustentaba, dónde estaba echada mi raíz y mi identidad.

Levrero es Levrero, es escritor y es uruguayo. A él lo conocí, desde el corazón, antes de irme, a través de una novela (“La ciudad”) y de los guiones de unos cómics que publicaba (o que yo leía) en la revista “Fierro” y que me hacían reír mucho. Aunque en realidad lo empecé a descubrir después de su muerte. Fue un impacto para mi vida, un encuentro más profundo con el arte, una comprensión distinta de la escritura que abrió ventanas mostrándome lugares oscuros de mi alma y desplegó una parte de mí que estaba enrollada. Lamenté profundamente que estuviera muerto ya que sentía la necesidad de verlo, escucharlo, saberlo en esta realidad. Quién sabe por qué. Afortunadamente su obra, tan humana y espiritual, queda aquí, acompañándonos.

Una vez un hombre me preguntó: “Si te fueras a una isla desierta, ¿qué libro te llevarías?” “La novela luminosa” -le contesté sin vacilar. Más tarde me asombré de esta pronta respuesta. Y es que en una isla solitaria, con un solo libro de Levrero, mi alma estaría alimentada por años.

Aquí en España están reeditando sus libros, lo cual es una gran suerte. Hace poco leí un volúmen que reunía dos novelas cortas suyas: “Fauna” y “Desplazamientos”. Magistrales. “Desplazamientos” me creó, durante su lectura, un punto de aprensión y sufrimiento. Me dolía leerla, me tocaba la sombra y sin embargo…¿cómo sustraerme a la perfección de su escritura, a la desnudez sin ambigüedades de su humanidad?

Levrero, a veces, me duele por su sinceridad. Al final de ese dolor siempre descubro luz, algo que me eleva, que desprograma mentiras estúpidas de mi personalidad y me pone frente a mí misma. Me da raíz e identidad. Y muchas otras cosas íntimas que aquí no voy a contar.


Más sobre Mario Levrero:

Últimas conversaciones con Mario Levrero

 

 

Día mundial de la narración oral

Hoy, 20 de marzo, se celebra el Día mundial de la narración oral, que desde hace años viene recordando, y reivindicando, el antiguo arte de narrar a viva voz cuentos, historias, leyendas, mitos…

El tema de este año es «Mujeres fuertes».

Para mí, las heroínas de los cuentos tradicionales suelen ser mujeres muy fuertes capaces de enfrentarse a situaciones límite, de las cuales aprenden, para terminar haciendo cambios fundamentales en sus vidas.

Desde aquí presento mis respetos a Blancanieves y a su madrastra; a Caperucita, su madre y su abuela; a Cenicienta; a La Bella Durmiente y el hada número trece, que no fue invitada a la fiesta; a Gretel; a Rapónchigo (o Rapunzel); a la maravillosa Basilisa la Bella; a la grandiosa, muy amada y temida bruja Baba Yaga; a Goewin y Aranrhod, mis admiradas heroínas galesas; y al resto de hermosas princesas, pastorcillas, campesinas, diosas, guerreras, niñas, madres, elfos, hadas, abuelas de todos los pelajes, madres muertes, madres vida y demás mujeres impresionantes que pueblan los relatos del mundo entero ofreciéndonos desde siempre tantas y tantas enseñanzas…

Hoy es un día para celebrar a los que vinieron antes que nosotros y nos contaron los cuentos; y a los que han venido -y vendrán- después y que aprenderán de nuestros cuentos.

Contemos historias; muchas, sabias y hermosas historias.

Aquí os dejo mi narración para el día de hoy.

Qué la fuerza de los cuentos os acompañe…

 

Mucha más información de calidad:
Asociación de Profesionales de la Narración Oral  (AEDA)

 

El guardián de los sueños

Esta película narra el viaje iniciático de un joven lakota. El guía de este viaje es su abuelo. El anciano, a través de cuentos, lo acerca a las enseñanzas del “Camino Rojo” y lo trae de regreso a su propio corazón. Es una iniciación a lo masculino; al entendimiento profundo de lo femenino; al encuentro con uno mismo; una apertura interior a la magia, a la sabiduría y a la aventura de transitar la Tierra como un auténtico ser humano.

Sherezade sanó a Shahriar a través de cuentos narrados en mil y una noches; el anciano lakota sana a su nieto (y a muchos otros que se cruzan en su periplo) a través de las historias que cuenta a lo largo del camino. Una vez más el viaje del héroe se despliega ante nosotros. Una vez más el cuento se cuenta a sí mismo y, contándose, nos cuenta a todos.

La película actuó sobre mí como una puerta abierta al país de las maravillas. La guardiana de la puerta fue Nuria López (transmisora del Camino rojo, Mujer Medicina, bailarina de la Danza del Sol, desde hace muchos soles). Fue ella quien me pasó los datos para ver esta hermosa película.

Aquí os la dejo: mitakuye oyasin.

“Un pueblo sin historias es como el viento sobre las praderas”.
(El guardián de los sueños)